Por Tirso Medrano.
Fue un gran bardo, un exquisito poeta romántico y trovador, soñador, bohemio, locutor, orador de pensamientos revolucionarios. Nació en la culta ciudad, Azua de Compostela ubicada en el sur de la Republica Dominicana el 21 de Enero del año 1910, falleció de muerte natural en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, el 30 de Julio del 1950. Escribió más de quinientos poemas. Yo declamo porque me lo aprendí desde adolescente los poemas: ¨LO QUE QUIERO¨ y ¨YO TE AMO ASͨ; además también declamo ¨LA LEYENDA DEL NEGRO HARAGÁN¨, un autentico poema afro dominicano que Héctor J. Díaz escribiera para el declamador Carlos Lebrón Saviñón, Con el tiempo Carlos Lebrón Saviñón me lo cedió para que lo declamara. Además de poeta romántico y social, compuso cientos de canciones que se convirtieron en famosas tales como: El Negrito del Batey, Entre tu amor y mi amor, Paris, Mal Peláo, Se murió Martin, entre otras.
LEYENDA DEL NEGRO HARAGÁN
Yambó cantando y reyendo,
y van los tiempos pasando.
Cruje el trapiche moliendo,
Y Yambó cantando vagando.
Zumba la seis, la concordia,
ultima carga melaza,
y Yambó absorbe la escoria,
con su chemba en la cachaza.
Pasa la negra, la puchunga cadera,
la molienda en sus ancas,
conga que tumba y marea,
cremallera sin retranca.
Tunda de tan tan que manda,
diente sobre carne conga,
masa de betún que anda,
sobre un charol que rezonga.
Y Yambó canta y la nombra,
¡Bonsuá!, ¡Candelú! ¡Quedembá!
Y se hace el cadillo alfombrara,
dos Congo, bemba con bemba!!!
YO TE AMO ASÍ
Yo te amo así,
perdida azucena en el lodo.
Frágil cabaretista
que adora el champan.
Con tus labios marchitos
de morfinas y de años,
Y graves amaneceres.
La vida te has vencido.
¡Vamos pues compañera!
Juntos olvidaremos nuestra melancolía.
Yo iré limpiando el fango de tu vida ramera
y tú rezando a Cristo, para limpiar la mía.
LO QUE QUIERO
Que nadie me conozca y que nadie me quiera.
Que nadie se preocupe de mi triste destino.
Quiero ser incansable y eterno peregrino
que camina sin rumbo porque nadie lo espera.
Que no sepan mi vida, ni yo sepa la ajena.
Que ignore todo el mundo si soy triste o dichoso.
Quiero ser una lágrima en un mar tempestuoso
o en inmenso desierto un granito de arena.
Caminar rumbo adentro, solo con mis dolores,
nómada, sin amigos, sin hogar y sin anhelos.
Que mi techo sea el cielo, y mi lecho las hojas
y mi lecho las hojas de algún árbol sin flores.
Cuando ya tenga polvo de todos los caminos,
cuando ya esté cansado de luchar con mi suerte,
me lanzaré en la noche sin luna de la muerte,
de donde no regresan jamás los peregrinos.
Y morir una tarde cuando el sol triste alumbre
ascendiendo hasta el cielo o descendiendo una cumbre.
Que mis restos ya polvo los disipen los vientos.
Para que cuando ella sienta remordimientos,
no se encuentre mi tumba ni me pueda rezar.
Excelente las poesías de Héctor J. Díaz. El romanticismo, el amor y la tristeza. Están en sus poesías. Lo sigo desde hace mucho tiempo.
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