ARGUMENTOS LEGALES
Por Tirso Medrano.
La Junta Suprema del
Reino de España, en la real orden expedida en el Alcázar de Sevilla el 22 de
Enero de 1809, integraba a la monarquía la parte española de la isla de Santo
Domingo, con sus límites establecidos en el tratado de Aranjuez de 1777 y con
todas las prerrogativas de las demás colonias.
Mientras esto sucedía
en la colonia de Santo Domingo se batían como fieras los criollos, blancos,
negros y mulatos leales a la madre patria,
contra un ejército al que decapitaron el 7 de noviembre de 1808. El
ultimo espuelaso se los dieron los ingleses, entonces aliados de España,
capitulando el último reducto francés, el 11 de Julio de 1809, quedando
incorporada la Colonia de Santo Domingo de nuevo a España; esta vez bajo
el gobierno del intendente y capitán
general interino el caudillo de la Reconquista, brigadier don Juan Sánchez
Ramírez, oriundo de la villa de Cotuí.
El historiador José
Gabriel García en su Compendio de Historia de Santo domingo nos dice que: “El
movimiento revolucionario de Juan Sánchez Ramírez fue ayudado también eficazmente por los haitianos
Cristóbal y Petión”.
Juan Sánchez Ramírez,
enfermo dio una proclama el 5 de febrero de 1811, donde le solicitaba al pueblo
sumisión a España y la paz con los vecinos haitianos. El 12 de febrero del
mismo año partió hacia el mundo de los desconocidos. Tras su muerte Henry
Cristopher, entonces rey de Haití, celebro en su honor un servicio fúnebre, con pompa real.
A la muerte de Juan Sánchez
Ramírez, le toco el mando colonial al coronel don Manuel Caballero, hasta el 6
de mayo de 1813, cuando llega desde el reino de España a ocupar la vacancia con
el grado de capitán general de la
colonia el brigadier don Carlos de Urrutia y Matos, una de su primera medida
fue según nos narra José Gabriel García, fue: “abrir una investigación acerca del paradero
de las alhajas, sobre todo de los pueblos del Sur, de los cuales estaban
desbastados a causa de la guerra habida en la confluencia de los siglos pasado
y presente, los de San Rafael, San Miguel de la Atalaya, Hincha, Bánica y Las
Caobas, en cuya reorganización no había podido ocuparse el gobierno todavía”.
El 20 de julio de
1814, Francia le devuelve el derecho a
España sobre la colonia de Santo Domingo Español, dejando sin efecto el Tratado
de Basilea del 22 de julio del año 1795.
María Bergoña Sánchez Negro, en su
tratado de historia titulado FRANCIA 1814-1825, en uno de sus páginas nos dice:
el comercio colonial se encontraba estrangulado por la pérdida de Santo
Domingo en el Tratado de París de 1814.
No obstante los
políticos y gobernantes del vecino Haití, solo estaban esperando una
oportunidad para hacer posible la idea de Toussaint Louverture sobre
indivisibilidad de la isla.
El historiador José
Gabriel García nos dice al respecto: “Desde el 5 de diciembre de 1820 empezaron
a propagarse por los pueblos de la banda Sur los rumores alarmantes de que los
haitianos meditaban proyectos de invasión sobre el territorio de la parte
española, asegurándose que el teniente coronel Desir Dalmazí había visitado a
Hincha, Bánica, Las Caobas, Las Matas y San Juan, autorizado por el presidente
Boyer, que acababa de vencer la insurrección de Goman y se proponía recorrer en
son de pacificador las comunes de la Grand Anse, para hacer proposiciones de
voluntario sometimiento, e intimidar los ánimos en caso de que estas no fueren
admitidas, con la amenaza de que la Republica echaría mano de la fuerza
armada para lograr la empresa, a la cual
formaban buena atmósfera en las fronteras del norte el impenitente Tavares,
José Justo de Silva, Amarante y otros obsesionados.”
Boyer despegó los
muros divisorios de San Miguel de la Atalaya y San Rafael de la Angostura. Para
de una forma inconsulta anexarse la colonia de Santo Domingo Español; mediante una ley del 17 de octubre de 1821,
donde también se adjudicó la totalidad del lago Azuey también conocido como Zumatre
y el Fondo.
El padre de la historia
dominicana José Gabriel García nos dice al respecto: “…prueba concluyente de
que no fue sino entonces, cuando ya la dominación española de la isla se
hallaba en su ocaso, que se atrevió Boyer a no respetar los límites fijados por
el tratado de 1777, sin duda porque veía llegar el momento de inaugurar sin
peligro con hecho semejantes, a todas luces atentatorios, el atrevido proyecto
de ocupación general que perseguía, y para cuya realización no esperaba sino
que le fueran propicias las circunstancias, resultando de lo expuesto que la
opinión emitida por Mr. D. Jean-Joseph en su libro titulado QUESTION
DOMINICAINE; NOS LIMITES FRONTIERES, relativa a la completa desaparición de las
fronteras terrestres, a causa de la confusión de los dos territorios, carece de
sólido fundamento, toda vez que en la ley a que hacemos referencia reconocieron el congreso y el gobierno de consumo,
una línea divisoria que, partiendo de la
boca y orilla derecha del rio Pedernales o des-Anses-a-Petre, iba a terminar en
la orilla izquierda y boca del rio Dajabón o Masacre, dejando al Este la
montaña del Bahoruco, la Laguna de Enriquillo, Las Caobas, Hincha y la sabana
de Guaba, para pasar por Loma Sucia, las cabezas del rio Guaraguei y la cumbre
de la Cupalinda, puntos todos de la última demarcación internacional, alterada
solamente la estrecha zona perteneciente a los dos pueblos usurpados por el rey
Cristóbal”. Termina la cita.
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