EL CORONEL Y SU SEÑORA
Se han quedado solos a sus ochentas años.
Sin el sargento Cuevas, que cuidaba la casa.
Sin sus hijos embrionarios,
sin sus nietos que en sueños correteaban descalzos.
Sin la sirvienta regordeta que los embriagabas de sopas.
Se han quedado solo el coronel y su señora esposa.
Tienen el perfil de la muerte en cada segundo
de su débil respirar.
Su casa es una mansión sin brillo.
Sus amigos han fallecidos,
Sus vecinos se han mudados.
Han llegados nuevos inquilinos
de las casas y las calles;
De esos que no tienen historias que contar,
ni respetan las canas , ni los rangos.
De esos que viven y mueren a diarios sin un funeral.
El coronel y su señora rumiando un pasado de alboradas.
Sentados en sus mecedoras de caobas centenarias,
desde el balcón de su vieja morada,
ven los ataúdes pasar lleno de sangre joven.
Y la muerte burlonamente, les saca la lengua
al coronel y su señora esposa.
Les haces unas muescas y se va.
TIRSO MEDRANO.
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